¿Estamos bien?

Por Hugo Carassai.

En un diálogo reciente, referido a la situación del país, en una amable reunión en realizada en Buenos Aires antes de las elecciones legislativas de 2013, se señalaba  que hay países desarrollados, países intermedios, y países subdesarrollados, para  concluir que la Argentina no está tan mal, ya que es un país de los del medio.

Asumir la mediocridad, no parece ser la mejor receta. Pero también es grave ponderar la situación conforme le va a cada uno, o midiendo lo que sucede sólo en la Capital, que tiene un poder adquisitivo muy superior a la media del país. Si comparamos con el NOA o NEA, la diferencia es abismal.

Lo más importante, para buscar la objetividad, es mirar las tendencias. Esto es si vamos camino hacia el desarrollo, o si hace tiempo que seguimos por la pendiente del subdesarrollo que es como los críticos califican la baja performance de nuestro país en el mundo, donde hemos perdido significación.

No es cuestión de juzgar hoy una u otra gestión de gobierno, sino llamarnos a la reflexión, y para ello lo mejor es pensar como nos podría ir si hiciésemos bien las cosas. Por ejemplo sin inflación, ya que este flagelo deteriora la posibilidad de inversión (y de reinversión), y bien es sabido que sin capital acumulado no se produce un desarrollo que beneficie la sociedad en su conjunto.

Es cierto que se debe alimentar la “rueda” del consumo, o del gasto, pero no el consumo por el consumo mismo ni tampoco el “gasto improductivo, o el “gasto ineficiente”, o el “mal gasto”. Y este es el quid de la cuestión.

Hemos tenido una década de buenos precios en nuestros principales productos de
exportación, y al mismo tiempo las tasas de interés han sido notablemente bajas en el
mundo. Dos condiciones son esenciales para usar la palanca del desarrollo:
disponibilidad de recursos (impuestos de exportación a la soja y otros productos
agropecuarios) y oferta de capital, para producir la reforma esencial en la
infraestructura, en la educación, y en temas donde la Argentina demuestra atraso:
desde poblaciones sin cloacas, hasta puertos sin caminos fluidos, o productores
encallados en huellas precarias, donde dependen del tiempo para sacar sus productos
y frutos.
Según como analicemos la Argentina, podemos estar mal, bien, o regular. También
desde donde nos ubiquemos. Lo cierto es que una serie de indicadores
internacionales nos dicen que perdemos competitividad, otros que tenemos una tasa
de inflación de las más altas, y quien recorra las provincias de menores recursos,
podrá observar que la pobreza se multiplica. Los habitantes de la Capital Federal, que
tienen un PIB similar al de muchos países desarrollados, con solo asomarse a las villas
pueden comprobar las lacras de la marginalidad y llamarse a la autocrítica.
Así, y sin enrolarnos en la oposición sistemática hacia los sucesivos gobiernos,
debemos pensar cómo mejorar este estado de cosas. Tenemos conflictos en el CIADI,
que ahora algunos parecen encaminarse para facilitar la toma de créditos en los
organismos financieros; no hay buena relación con variados países, por diversos

motivos, empezando con nuestros hermanos uruguayos. Nos falta energía, y ese
déficit genera un fenomenal drenaje de divisas. Las reservas del BCRA van cayendo.
Hay dólares diferenciados, y la brecha entre el oficial y el paralelo tiende al 80%. Hay
restricciones a las importaciones. También hay dificultades para ciertas
exportaciones, por los permisos que no se otorgan. Lo esencial que es la inversión,
quedó relegada. Quien recorra el país por sus rutas nacionales o provinciales, (salvo
el caso de la R9, desde Carcarañá a Pilar, que ahora es autopista), comprobará que el
resto está en pleno deterioro o totalmente destruido como el enlace de la R6 en la
tercera circunvalación del área metropolitana.
Los puertos por donde salen el 80% de los embarques agropecuarios, están
colapsados, no tanto por el tráfico, sino por la falta de mantenimiento de rutas. En el
caso de los trenes de pasajeros, hablan los accidentes. En cargas, la performance es
baja.
Cuando en estos días, próximos a las elecciones, vemos a funcionarios del gobierno
defender este “modelo”, al que algunos de ellos mismos, llaman de “consumismo” o de
fomento de “mercado interno”, y otros lo critican porque señalan actos de corrupción,
o de falta de ordenamiento del gasto y de los recursos, al no existir debate del
presupuesto con una adecuada coparticipación.
Pero lo cierto, es que pareciera que todos los principales voceros quedan embretados
en el cortísimo plazo, cuando el tema es el largo plazo, y allí está la solución, en la
medida que todos los argentinos entendamos que debemos tirar para el mismo lado,
pero con proyectos y políticas de Estado.

El Presidente Arturo Frondizi, nos ofrecía el 1º mayo 1958, en su discurso inaugural
al asumir la primera magistratura de la Nación, conceptos que es bueno recordar
– “Los problemas económicos que tradicionalmente han demorado el progreso
nacional, suman ahora dimensiones que parecen superar la energía y los
recursos disponibles para su solución”.
– “O seguimos paralizados en nuestro desarrollo, empobreciéndonos
paulatinamente, estancados en nuestras pasiones, descreídos de nuestra
propia capacidad, y nos despeñamos en el atraso y la desintegración nacional”.
– “El país reclama una participación conjunta de los sectores activos y un aporte
integral de esfuerzos individuales”.
– “Tenemos que librar una lucha sin cuartel contra el atraso, el estancamiento, el
desanimo y la desesperanza”.
– “Tenemos que extirpar hasta sus raíces la ignorancia, la miseria, la enfermedad
y el miedo al futuro”.
– “Tenemos que aplicar toda nuestra fuerza y toda nuestra inteligencia para
levantar a este país y lanzarlo hacia delante”

motivos, empezando con nuestros hermanos uruguayos. Nos falta energía, y ese
déficit genera un fenomenal drenaje de divisas. Las reservas del BCRA van cayendo.
Hay dólares diferenciados, y la brecha entre el oficial y el paralelo tiende al 80%. Hay
restricciones a las importaciones. También hay dificultades para ciertas
exportaciones, por los permisos que no se otorgan. Lo esencial que es la inversión,
quedó relegada. Quien recorra el país por sus rutas nacionales o provinciales, (salvo
el caso de la R9, desde Carcarañá a Pilar, que ahora es autopista), comprobará que el
resto está en pleno deterioro o totalmente destruido como el enlace de la R6 en la
tercera circunvalación del área metropolitana.
Los puertos por donde salen el 80% de los embarques agropecuarios, están
colapsados, no tanto por el tráfico, sino por la falta de mantenimiento de rutas. En el
caso de los trenes de pasajeros, hablan los accidentes. En cargas, la performance es
baja.
Cuando en estos días, próximos a las elecciones, vemos a funcionarios del gobierno
defender este “modelo”, al que algunos de ellos mismos, llaman de “consumismo” o de
fomento de “mercado interno”, y otros lo critican porque señalan actos de corrupción,
o de falta de ordenamiento del gasto y de los recursos, al no existir debate del
presupuesto con una adecuada coparticipación.

Pero lo cierto, es que pareciera que todos los principales voceros quedan embretados
en el cortísimo plazo, cuando el tema es el largo plazo, y allí está la solución, en la
medida que todos los argentinos entendamos que debemos tirar para el mismo lado,
pero con proyectos y políticas de Estado.
El Presidente Arturo Frondizi, nos ofrecía el 1º mayo 1958, en su discurso inaugural
al asumir la primera magistratura de la Nación, conceptos que es bueno recordar
– “Los problemas económicos que tradicionalmente han demorado el progreso
nacional, suman ahora dimensiones que parecen superar la energía y los
recursos disponibles para su solución”.
– “O seguimos paralizados en nuestro desarrollo, empobreciéndonos
paulatinamente, estancados en nuestras pasiones, descreídos de nuestra
propia capacidad, y nos despeñamos en el atraso y la desintegración nacional”.
– “El país reclama una participación conjunta de los sectores activos y un aporte
integral de esfuerzos individuales”.
– “Tenemos que librar una lucha sin cuartel contra el atraso, el estancamiento, el
desanimo y la desesperanza”.
– “Tenemos que extirpar hasta sus raíces la ignorancia, la miseria, la enfermedad
y el miedo al futuro”.
– “Tenemos que aplicar toda nuestra fuerza y toda nuestra inteligencia para
levantar a este país y lanzarlo hacia delante”.

Pues bien frente al “relato” y el “contra relato”, o sea los que defienden a ultranza la
“década ganada” y los que la critican como “la década perdida”, mientras otros hablan
de la “década desaprovechada”, lo que deberíamos hacer es, inventariar donde
estamos, y definir a donde queremos ir, planteándonos todos el mejor camino,
para producir más y ordenar nuestra casa.
Si gastamos dinero en el futbol, y hay que prohibir a las hinchadas, por los desmanes
que producen. Si se gastan dineros en publicidad no productiva desde el erario
público (nacional, provincial y municipal) y al mismo tiempo faltan cloacas. Si ha
aumentado la conflictividad laboral y hay demanda insatisfecha de personal técnico,
pero a la vez desempleados que viven de subsidios. Si se pasa desde la apertura a la
restricción, o de la permisividad a la protección, y todo es discrecional. Y si, sobre
todo, no se tiene un plan a mediano y largo plazo, es que estamos haciendo mal las
cosas. Gobierno y oposición son responsables, con las excepciones que seguramente
habrá, en algunos lugares de nuestro país
Lo cierto, y no por el ánimo de comparar, si somos el octavo país del mundo en
territorio, y no estamos en el ranking de los 10 o 20 primeros, algo falla. Si tenemos
población, y originariamente una buena base educativa (hace medio siglo teníamos
menos analfabetos que en Europa), y ahora nuestras Universidades ya no cotizan
entre las mejores, algo falla desde hace tiempo.

Si importamos energía y pagamos más caro el gas que otros países. Si a su vez lo
vendemos internamente subsidiado. Si producimos, y exportamos autos, pero la
balanza comercial del sector es negativa. Si castigamos al campo, y no le permitimos
producir más, al punto tal que falta trigo, y dejamos de estar en el podio de las carnes,
por no cumplir ya reiteradamente la cuota Hilton, mucho entonces es lo que falla de
este “modelo”, y lo bueno es analizar, no meramente criticar, para corregir, y apuntar
al futuro, o sea para mejorar.
Si continuamos enredados en la disputa verbal, a veces ideológica, pero en la mayoría
de los casos, justificadora de un supuesto logro que alguien quiere atribuirse, la
cuestión no funciona. Lo esencial, es producir cambios, generar confianza, alentar
inversiones, y apostar a que éstas, bien acompañadas por servicios públicos
eficientes, permitan recoger los frutos.
La torpe discusión sobre la redistribución de la riqueza omitiendo como se la
incrementa, no es la cuestión, porque esta es una opción conservadora que sólo
engendra conflicto. El tema central es la distribución del ingreso en un marco
expansivo. Esto quiere decir, que hay que producir el agrandamiento de la torta
(riqueza social generada en condiciones tecnológicas cada vez mejores), e ir
determinando cómo conviene impulsar el circuito virtuoso de mas producción, mas
resultados, mas reinversión, mejor distribución (salarios y empleo), mayor consumo,
mejor performance del país. Poner el carro delante de los caballos (práctica habitual
nuestra) no lleva nada más que a agudizar el subdesarrollo.
Como se decía hace medio siglo “el subdesarrollo está en la mente”. Si el tema es
alimentar el día a día, en el cortísimo plazo, pensando sólo en los titulares del diario
de la mañana siguiente, no resolvemos la cuestión. Por otro lado, ¿qué porcentaje de

la población lee el diario? El 10% o todavía menos. Lo que el pueblo en su conjunto, y
los jóvenes o nuestros hijos y nietos podrán leer mejor, son las obras y acciones con
futuro: la educación concreta, práctica, que abra horizontes, y de oportunidades;
construcción de la infraestructura; los hospitales bien atendidos; las calles limpias;
las rutas confiables, y nuestras personas en un marco de seguridad general e
individual saludable.
Para apuntar mejor, hay que saber dónde estamos. Este juego, que se hace a tientas y
locas, de consumismo, subsidios y seudo distribución clientelar, no sirve. Hoy el
interior subsidia la macrocefalia metropolitana, si se compara el precio de los
transportes públicos. Lo que necesitamos es la política inversa, ayudar a los
productores del Valle (afectados financieramente) a los del NOA y NEA
empobrecidos, para que mejoren sus ingresos, así en vez de que haya un flujo de
pobladores de esas zonas hacia esta capital, se haga un reflujo constante, y creciente,
que vaya poblando esas zonas porque allí se encuentren actividades dignas.
Estimaciones privadas serias calculan que en pocos años, la Argentina puede duplicar
la producción de granos y oleaginosas. ¿Para qué entonces prolongar la estéril lucha
del gobierno contra las entidades del campo y los productores? Hoy podríamos usar
nuestro biodiesel que está disponible en las plantas, y reducir el déficit energético,
pero se privilegia y prioriza la caja, con la exportación de soja y aceites. Hoy
podríamos usar los gasoductos que están ociosos trayendo desde Chile a la Argentina
el gas, con un flete y un costo menor desde el Pacifico, pero lo hacemos por los
puertos del Atlántico Hoy estamos destrozando el Mercosur, que existe ya solo como
una unión aduanera imperfecta, y nuestros vecinos han puesto en marcha una Alianza
hacia el Pacifico, entre Chile, Colombia, Perú y México
No hay recetas fijas, simplemente es necesario dialogar sobre bases serias, con
objetivos estratégicos que beneficien al conjunto nacional. No con ideología o
declamación. Una agenda se puede construir si se establecen adecuadamente las
prioridades.

Consideramos oportuno volver al Presidente Arturo Frondizi:
– “Para que se pueda llevar a cabo esta empresa de realización nacional, es
condición previa e indispensable sellar definitivamente el reencuentro de los
argentinos y alcanzar una plena y efectiva paz nacional. Debemos eliminar los
motivos de encono, los pretextos de revancha y los últimos vestigios de
persecución que pudieran subsistir. Debemos extirpar de raíz el odio y el
miedo del corazón de los argentinos. Recibimos y valoremos todo el pasado,
con su grandeza y sus debilidades, pero este pasado queda a sus espalda…..”
Estas palabras de hace 55 años, nos deberían ayudar, en la medida que asumamos el
rol de Argentinos, y nos pongamos del lado de la Patria.
FUNDACIÓN CENTRO DE ESTUDIOS PRESIDENTE ARTURO FRONDIZI
Hugo Jorge Carassai –Presidente 20 Octubre 2013

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