En una carta publicada el 28 de junio ha sido mencionado mi nombre y apellido, con lo cual quisiera contestarle al lector, pero no volveré a hacerlo porque no voy a transformar innegables hechos históricos en una disputa personal que nunca estuvo en mi ánimo producir. También debo agregar que mi intención no era cambiar la errónea idea que tuviera el autor de aquella primera carta sobre el presidente Frondizi, ya que después de su derrocamiento, nadie puede negar que a nuestro país le fue de mal en peor. Además, Frondizi recibió siempre los mismos ataques desde la extrema derecha y extrema izquierda que recibieron los presidentes De Gaulle y Kennedy, dos hombres de Estado que lo consideraron públicamente a Frondizi un prestigioso y válido interlocutor, y en nuestro propio país recién comienzan a entenderse sus políticas de desarrollo económico y social. Por otra parte, no toda coincidencia política implica un pacto, aunque en política sean muchas veces necesarios, por más que puedan disgustarles a quienes queden fuera de ellos.
Por último, ningún argentino puede hoy ignorar que los gobiernos tienen una enorme capacidad para ocultar los datos económicos de sus fracasos, cosa que hizo por supuesto la Revolución Libertadora, con la ventaja de que en enero de 1958 no se tenían, como hoy, todos los elementostecnológicos que permitieran la investigación y difusión de dichas situaciones, hasta que la propia toma del poder mostrara todas las verdades que se habían ocultado.
Albino Gómez