Frondizi y el desarrollismo están de moda

* Mariano Caucino

Frondizi y el desarrollismo están de moda. A 20 años de su muerte y a 57 de su asunción como Presidente, Arturo Frondizi se ha convertido en el modelo de estadista preferido por la casi totalidad del sistema político argentino. Este hecho se ve confirmado por una realidad incontrastable: los tres principales aspirantes a la Presidencia de la Nación, Mauricio Macri, Daniel Scioli y Sergio Massa han reivindicado la figura histórica de Frondizi. Desde su ingreso a la política, Macri lo ha elegido como su ejemplo de estadista.

Un gran retrato del ex presidente ocupa un lugar privilegiado en el principal despacho del palacio municipal y su ocupante desde 2007 repite que se prepara para gobernar “con los mejores” como hiciera su admirado Frondizi. Daniel Scioli, en tanto, ha dicho que a la Argentina la espera “el tiempo del desarrollo”, como etapa evolutiva después de los doce años de kirchnerismo. Incluso, ha bautizado con el nombre de “Fundación para el Desarrollo Argentino” el centro de estudios organizado para nuclear apoyos y formar equipos de gobierno. Sergio Massa por su parte ha puesto en marcha una escuela de gobierno con el no menos ambicioso nombre de “YPF”, sigla que combina las iniciales de Yrigoyen, Perón y Frondizi, colocando al presidente desarrollista a la par de los dos líderes de los dos movimientos populares de la Argentina. Sin embargo, por extraño que pueda resultar hoy, el reconocimiento a la figura y la trayectoria de Frondizi es una novedad histórica. Su revalorización como estadista y la reconsideración de su obra de gobierno -así como la contribución de su mayor colaborador, Rogelio Frigerio- es un dato nuevo de la política argentina. Incomprendido por sus contemporáneos, Frondizi fue tal vez un adelantado. El desenlace de su gobierno confirmaría entonces una máxima universal. Aquella que señala que el tiempo es impiadoso con quienes actúan sin tener en cuenta sus designios.

Frondizi y Frigerio, ambos brillantes, polémicos, inquietos y desconfiados por sus contemporáneos, llevaron adelante una política de avanzada en casi todos los planos. En materia política, al llegar a la conclusión de que el peronismo era un hecho irreversible en la historia argentina y que las conquistas alcanzadas por el movimiento obrero tenían un carácter trascendente a la obra de un gobierno, impulsaron la integración con esa fuerza popular, mucho antes que el recordado abrazo Perón-Balbín que tardaría muchos años más en llegar. Esta evocación, lejos de constituir una mera evocación, permite reflexionar una vez más sobre las necesidades pendientes de nuestra Argentina. Frondizi denominó “Movimiento de Integración y Desarrollo” al partido con el que buscaron impulsar sus ideas una vez de vuelta en el llano, a mediados de los ‘60. Dos consignas que siguen siendo, en la actualidad, metas fundamentales de nuestro tiempo.

Mariano Caucino
Profesor de Historia Contemporánea y Política Exterior Argentina.

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