La economía desarrollista de Frondizi

Guillermo Ariza
Integrante del Club Político Argentino y la Fundación Frondizi

El debate político-económico hizo un importante avance en la última década al asumirse ampliamente que crecimiento no es lo mismo que desarrollo. Podríamos considerar este hecho como una tardía victoria conceptual del desarrollismo argentino cuya base filosófica –dicho sea de paso– es más amplia que la del modelo cepaliano, cuyo mentor fue Raúl Prebisch. En efecto, el mero incremento de ciertos índices de producción, en una estructura económica determinada, no arroja necesariamente mayor nivel de empleo o una mejora en la distribución del ingreso, como lo prueba la historia reciente.

Esto es lo que tuvieron en cuenta Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio ya en 1958, cuando se propusieron cambiar una estructura agroimportadora por otra que estableciese fecundos intercambios con el exterior sobre la base de agregar valor a las exportaciones y generar fronteras adentro los insumos básicos cuya adquisición comprometía severamente la balanza de pagos, provocando recurrentes crisis del sector externo.

El ‘modelo sustitutivo de importaciones’, como se lo denominó académicamente, gozó de muy poco prestigio en las escuelas de ciencia económica más gravitantes. Inicialmente fue resistido por pretender presuntamente una economía ‘cerrada’ y luego, en los noventa, se determinó que había pasado de moda y ya no respondía a las necesidades de países como el nuestro, endémicamente deficitarios y endeudados, con enormes dificultades para financiar su expansión. Ese fue, como decía un tango del que solía burlarse Roberto Goyeneche, «un amor no correspondido que al final fue traicionado».

La gestión Frondizi, interrumpida por un golpe cívico-militar, dejó importantes experiencias que no pueden repetirse idénticamente. En más de medio siglo cambió el país y sobre todo se transformó el mundo en que aquél programa se llevó a cabo. Pero es posible sin embargo recuperar la esencia metodológica que inspiró un gobierno con notables realizaciones a pesar del acoso golpista que padeció.

La enorme inversión en infraestructura de transportes, energía y tecnificación agraria favoreció que se radicaran en el país fábricas automotrices y autopartistas, siderometalúrgicas, petroquímicas, y que se expandieran otras ramas productivas ya existentes.

El país dio en solo cuatro años un verdadero salto de cultura industrial y mejoró sustancialmente el balance comercial y de pagos. Una audaz reforma abrió la universidad a la iniciativa privada y laArgentina se proyectó al mundo con un proyecto muy coherente, al que por supuesto se oponían con malas artes todos los negocios que se terminaban en un país que iniciaba un proceso acelerado de desarrollo.

Esos esos logros han sido reconocidos con el paso del tiempo y los aportes de Frondizi y de Frigerio son altamente valorados hoy. Es increíble que se los acusara simultáneamente de ser agentes del imperialismo o del Vaticano, o ateos comunistas solapados. Todo eso quedó atrás y es posible efectuar un análisis crítico que deje algunas lecciones útiles.

En primer lugar, que la mera espontaneidad de la economía, aún con reglas claras, no es suficiente. Tienen que determinarse prioridades de inversión para potenciar el conjunto. Y que esto implica ladecisión política de convocar a todos a participar del esfuerzo y compartir los resultados desde el minuto inicial del proyecto. Exige, además, asumir el enorme desafío de combatir la indigencia con políticas integradoras y no meramente clientelísticas o en el mejor de los casos, sólo compasivas.

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