EE UU y Cuba

El excelente artículo de José Claudio Escribano sobre los Estados Unidos y Cuba, con recuerdos que transmiten una melancolía romántica propia de quien ha vivido intensamente esa época, hace irresistible arrimar otros recuerdos, con igual espíritu: Fidel transitando entre vítores y agitar de banderas por la avenida Alvear y a las pocas horas eludir el barro para entrar en una fonda de Dock Sud ante el torvo rostro y el silencio punzante de los parroquianos. Y la dificultad del canciller argentino al intentar explicarle que esos comensales eran peronistas y sabían que el dictador Batista era amigo de Perón.
El vozarrón de Fidel durante la reunión del Comité de los 21, reclamando ayuda económica a los EE.UU. y argumentando que la ayuda social en escuelas, caminos, obras sanitarias no servía. «Es la filosofía de la cloaca», decía. Varias delegaciones, la argentina entre ellas, sostenían que un país desarrollado podía mantener su infraestructura social. El camino inverso llevaba al fracaso. La inversión crea riqueza y trabajo. Los subsidios que pretenden reemplazarla crean pobreza y desempleo. Creo que hoy lo sabemos.
Recuerdo a Frondizi explicando a Kennedy por qué Cuba no debía ser excluida del sistema americano: también a Kennedy solicitando un informe mensual sobre Cuba a Frondizi. Y entregándole una dirección escrita en una hoja de papel para que le fuera enviado por correo común. A su regreso, Frondizi le manifestó a su jefe de policía, Recadero Vázquez: «A Kennedy lo van a matar y a mí me van a voltear». Recuerdo el aceitado voto necesario para expulsar a Cuba de la OEA y el posterior derrocamiento de Frondizi.
Tras 53 años de enfrentamientos, los Estados Unidos y Cuba han comprendido que su interés nacional es la cooperación política y económica. Aunque pareciera que necesitan la voz del papa Francisco para exhibir apoyo y no sentir culpa. Frondizi puede esperar en su sitial de estadista silenciado. El Papa continuará su prédica solidaria, sus gestos inequívocos y su conducta edificante.Entretanto, nosotros aprendamos de la historia, usemos la política para lograr la justicia, el desarrollo, la unión y la paz. No sólo reflexionemos. Como dice Escribano, «crucemos los dedos».

Eduardo L. De Simone

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